Fibromialgia, la gran desconocida
La fibromialgia es una de las patologías más comunes en nuestra sociedad, pero a la vez, también es una de las más desconocidas. Tiene una mayor prevalencia en mujeres que rondan los 40 años y se caracteriza por un dolor musculoesquelético generalizado y sensibilidad en todo el cuerpo.
Se trata de un trastorno crónico que provoca dolor en los músculos y tejidos fibrosos (ligamentos y tendones) así como fátiga/cansancio y sensación dolorosa a la presión en determinados puntos (puntos dolorosos). Además, se rodea de muchos otros síntomas que dificultan el diagnostico inicial. Por lo que las personas afectadas suelen pasar un largo peregrinaje a través de pruebas diagnósticas que no revelan el origen de los dolores que sufren, afectando a su estado emocional y psicológico.
Síntomas de la fibromialgia
El principal síntoma de la fibromialgia y el más característicos, es el dolor generalizado por el cuerpo. Este dolor va acompañado de hipersensibilidad, fatiga persistente y rigidez generalizada (sobre todo en las mañanas).
Además de estos síntomas más comunes, también pueden aparecer síntomas tales como:
- Dolores de cabeza
- Malestar abdominal
- Problemas genitourinarios
- Desequilibrio
- Síndrome de la pierna inquieta
- Problemas de piel
La disparidad de síntomas somáticos hace que sea más complicado su diagnóstico. Además, la severidad de estos síntomas varían día a día y cambian de lugar. Hay personas que experimentan dolores tan severos que les complica las tareas diarias, mientras que otros pacientes solo experimentan un leve malestar.
Toda esta sintomatología tiene un fuerte impacto en el estado anímico del paciente y se manifiestan otra serie de síntomas de caracter psicológico.
- Ansiedad
- Cambios de humor
- Bajo ánimo
- Trastornos del sueño
- Problemas de concentración y memoria
- Lentitud mental
- Sensación de estar abrumado ante varias cosas que hacer a la vez
Los pacientes afectados por la fibromialgia pueden ver limitada su calidad de vida debido a los dolores sufridos, lo que genera un bajo concepto de sí mismos al pensar que no son capaces de llevar una vida normal.
Es importante saber, que la fibromialgia se desarrolla en brotes, con épocas mejores y peores . Estas cambios dependen de muchas circunstancias y son diferentes en cada paciente. Por lo que, ¡No te desanimes! ¡tras una mala época, llega una mejor!
Fibromialgia y psicología
La fibromialgia, a día de hoy, no tiene cura definitiva. El tratamiento está enfocado a reducir los síntomas y el dolor para mejorar la calidad de vida. En este sentido, la psicología tiene mucho que aportar.
En un primer momento, el tratamiento psicológico debe ir dirigido a que el paciente acepte su enfermedad. No como un límite a su vida diaria, sino reconociéndose capaz de seguir adelante con sus rutinas y ajustando o reorganizando las tareas de mayor esfuerzo físico.
Es fundamental que cuide su cuerpo. Realizar algún ejercicio físico moderado contribuirá a disminuir la sensación de cansancio a largo plazo. ¡Caminar puede ser una gran idea!
Como psicólogos, debemos ayudar al paciente a identificar aquellos pensamientos y actitudes que aumentan su malestar emocional y que influyen en la sensación del dolor. Es fundamental que aprendan a generar pensamientos más positivos, que sean tolerantes consigo mismo para mejorar su autoestima.
En este sentido, las técnicas cognitivas suelen ser las más eficaces. Permiten a la persona llegar a esas creencias irracionales a cerca de la enfermedad, que le estaban frenando, para desecharlas y aprender nuevas interpretaciones más saludables.
Las técnicas de relajación pueden ser un gran complemento a la terapia, ya que pueden ayudar al control del estrés y la frustración, así como reducir la sensación de dolor.
Por último, es fundamental trabajar con ellos las peticiones de ayuda. Necesitan aprender a expresar lo que necesita. De ese modo, ayudarán a las personas que les rodean a saber cómo deben de actuar. A veces, en vez de un apoyo, fundamental para sobrellevar esta enfermedad, pueden convertirse en un elemento debilitante para el estado emocional del paciente en cuestión.